miércoles, 16 de enero de 2013

La princesa IX: Caprichos bañados de sangre


Y a la princesa se le antojó un castillo más grande. Un castillo más grande, más bonito y más señorial. Los caprichos de una dama siempre son insuficientes.  
Y, cuando obsesionada con sus anhelos, descubrió un torreón más alto en el que podría contemplar la luz de la luna, empeñó con impaciencia todo su tiempo a cumplir sus deseos, olvidando tristemente la feliz historia del príncipe y la princesa, ignorando consejos y opiniones de reyes y reinas.

Y por fin llegó el día en el que la princesa y su séquito se mudarían. Pero aquella noche sus sueños se tiñeron de rojo. Despertó frente a un muro tintado de color, del que, como una fuente, emanaba sangre sin cesar. Del techo, caían chorretones que descendían por la pared con la lentitud paciente de un río espeso. Y, al tocarlo, manchaba sus delicadas manos de una mezcla penetrante difícil de eliminar.
Aquella pared ensangrentada no podía ser otra cosa que una mala señal. Los antojos de la niña la habían arrojado al mal camino, un camino oscuro en el que se intuía un halo de dolor y muerte. Un hedor a podredumbre predecía un mal, un mal entre las paredes de ese nuevo castillo.
Sin más opción, sin posibilidades de arrepentimiento, la princesa y el príncipe cambiaron de casa seguidos de aquella sombra tenebrosa. Por suerte, aquella noche, después de una dura mudanza, el único signo de terror que encontraron fue una horrible cucaracha correteando por la cocina.
Ya más tranquila, la princesa descansó en su nuevo hogar olvidando las pesadillas que tiempo atrás la habían atormentado. Más adelante descubriría que algo se escondía en aquella casa maldita.

 Eva

2 comentarios:

  1. Bueno esto es una pasada, cada vez más y más interesante. Te cagas!

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  2. Me alegro! Pues si estás intrigado, ya puedes leer el siguiente capítulo. La cosa se pone complicada.... No te lo pierdas!

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