Pero qué inocentes se creen la princesas, tan bellas
y juguetonas creen poder descifrar cada instante su aventura. Pues tengo que decirte que no es
así, ahora has encontrado la partitura, la has tocado frente al amante muerto
descuartizado en tus dependencias, pero eso no es todo.
Esa partitura exige ser
tocada en compañía, tu sola no la puedes descifrar y en esta ocasión tu querida
reina no te podrá ayudar, no sabe leer música.
Y entre sus brazos, la princesa recién nacida
escuchaba su propia partitura. Aquel amigo de sus padres regaló a la niña una
bella canción que transparentaba un dulce futuro. Era de noche, la fiesta de
despedida de los amigos brasileños, mientras su madre la tenía en brazos
dormida, la princesa despertó al escuchar los sonidos de la guitarra. A su
madre le temblaron los brazos. Y ella ocultó la partitura de camino hasta su
casa, para entregársela a la princesa
cuando cumpliera 15 años, un poco antes de ser nombrada princesa.
Durante muchos años la princesa estuvo buscando un
guitarrista para que interpretara aquella partitura que le había sido
donada al nacer, por un desconocido
brasileño.
Viajaste a los sonidos de África que envolvieron tu
ser y tu vida durante tiempo, esos sonidos quedaron en tu corazón, como tantos
otros. Sus danzas, el taxi que te transportaba, el sonido de pelar los plátanos
para comer… Un arpa rasgada con tus dedos envejeció en el mueble carcomida por
los gusanos africanos. ¡Cuidado mi princesa, escucha esos nuevos bichos
diminutos que carcomen la piel del arpa!
Una caja de música escondida en un pequeño tiovivo
de madera, una lata de colores con manecilla ronroneaba en tus oídos cada vez
que girabas tu mano, una diminuta cajita de madera sonaba también entre tus
dedos y aquel pajarito de cerámica y tantos otros sonidos acompañaron tu existencia
y hasta aquel micrófono en el que radiabas historias mientras viajabas en el
coche rompieron melodías.
Mi princesa acabas de encontrar una de las claves de
tu vida, una partitura que esconde secretos de tu palacio. Pero esta última partitura
ha de ser tocada a dos voces y todo lo que descubras en ella ya no podrá sonar
en solitario, porque tu palacio está lleno de sonidos que piden ser escuchados.
Esta obra es larga, a veces con un tempo lento…¡Tócala
sin miedo! ¡Tócala!
Mamá
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