lunes, 11 de febrero de 2013

La princesa XIII: Transparente


Sigo observando mi rostro tras el espejo. Sigo clavando la mirada intentando atravesar el muro de la muerte para arrancar el corazón de aquellos que no duermen tranquilos. Me inquieta esa imagen borrosa que transmite mi reflejo. Me detengo a observarme, pero sólo escucho silencio.
En realidad, el silencio ha dejado de preocuparme. Me preocupa la imagen difuminada que proyecta mi figura, como si no me dejara verme, como si no pudiera saber quién soy. En realidad, siendo totalmente sincera, tampoco eso me preocupa. Sé que algún día yo también seré capaz de aplastar bajo mis pies los bichos que entorpezcan mi camino. Sólo que aún no soy lo suficientemente fuerte.
El dibujo de lo que somos se torna nítido a lo largo del camino. Nosotros mismos nos dibujamos, nosotros mismos nos construimos. Sé que mi dibujo empieza a parecerse al tuyo.
Sé que yo también me acostumbraré a vivir en una casa llena de ruidos y que, incluso, terminarán por reconfortarme. Probablemente también, cuando me sienta sola, agradeceré el eco de las pisadas de los fantasmas de mi castillo que, aceptémoslo, también viven conmigo.
Sé que seguiré inventando historias, de fantasmas, de muerte, de vida; escribiéndolas y explicándotelas entusiasmada.  Aunque sólo las entendamos tú y yo.
Y, por la manera en que empiezo a hablar de mis macetas, intuyo que estaré encantada de plantar un jardín lleno de flores como el tuyo que sacrificadamente me obligue cada invierno a moverlas de sitio cientos de veces.
Y, seguramente, terminaré por colgarme del teléfono horas y horas hablando contigo, con mi madre (porque ya lo hago por carta); y recurriré al típico “¡qué bonita está la luna!”, cuando no se me ocurra qué decir; y seguro que me parecerán bonitos los naranjos (porque ya me lo parecen)…
Yo también, mamá.
La imagen del espejo ha comenzado a tornarse menos borrosa. Oigo el latir de mi corazón. Mi imagen, mi reflejo, desprende un halo brillante que dibuja un contorno firme: la imagen de una princesa que ha comenzado su camino para convertirse en reina.

Eva

3 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado :-)

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  2. Que magnífica relación madre-hija. Que orgullosas tenéis que estar la una de la otra. Que envidia. Que madre y que hija ... Que bonitas historias. Que sigan!

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