Las princesas son
princesas hasta que dejan de serlo. Entonces descubren que su reinado no ha
hecho más que empezar, que sus coronas no pesan, sus extravagancias no importan,
sus caprichos no le pertenecen y sus sueños comienzan a mirar mucho más allá.
Las princesas son princesas hasta que dejan de pensar en sí mismas.
He esperado el momento,
mamá, para poder decírtelo, he querido asegurarme de hacerte llegar yo misma
esta increíble noticia; pero veo que tus dotes de bruja viajan tan rápido y tan
lejos que, intuyo, has vuelto a descubrirme. Pero ahora sí, puedo confirmarte
que estoy embarazada.
Crece dentro de mí una
niña, una pequeña cosita cuyo corazón late tan rápido que no consigue más que
asustarme. Se cría en mi vientre una niña que, día a día, agranda mi piel,
aumenta mi cuerpo y me invita a pensar que ya no soy una: somos dos. La
princesa va a ser madre, aunque no termine de creerlo del todo.
Esto quiere decir,
mamá, que vas a ser abuela.