domingo, 17 de febrero de 2013

Pocas palabras bastan

El Dinosaurio, el cuento más corto del mundo, dice así:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. 

 

Este microrrelato, escrito por el guatemalteco Augusto Monterroso, ha estado considerado durante mucho tiempo como el más corto del mundo. Hace poco, otra historia aún más corta desbancó al Dinosaurio dejándolo en un segundo lugar. 


Hablamos de El Emigrante, del escritor mexicano Luis Felipe Lomelí que sugerentemente dice: 

-¿Olvida usted algo?
-¡Ojalá! 


Esta literatura bonsai, como la han denominado algunos, consigue, en un ejercicio de síntexis extrema, sugerir grandes historias con pequeñas palabras. Como dice la autora de relatos cortos Ana María Shua, estos microrrelatos "tienden a desaparecer si se los mira de frente: son demasiado tímidos y traslúcidos. Para escribirlos basta con tomar un poquito de caos y transformarlo en un miniuniverso. Como las pirañas, son pequeños y feroces. Aconsejo descartarlos si no muerden”.

A buen entendedor....

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