Adoro mi entretenimiento durante los días de lluvia, éstos parecen siempre más tristes y he encontrado un trabajo que me permite mojarme, salpicarme, empaparme y hasta helarme. Aunque intuía tu marcha, este otoño aún será más triste. Quiero sentir el agua que nos va a separar y para ello he creado un trabajo entretenido, lento y minucioso.
También es absorbente, puedo
realizarlo con gran concentración, pero sobre todo moja mis manos y mis lágrimas se confunden con el agua. Así
puedo llorar a mi antojo y es tal la concentración que tengo al realizar la
tarea que quedo ensimismada en la imagen y en el sonido del agua al caer hacia los recipientes.
De esta guisa el rey de la
corte, por agradarme, mandó construir en
palacio dos aljibes para recoger el agua de lluvia que cae durante los meses
nublados del año. Dos aljibes negros, oscuros
para mantener el agua limpia sin bichos;
uno se construyó en los jardines de entrada a palacio, cerca de los
chorretones que corren los escasos días de lluvia. Otro permanece oculto entre las enredaderas.
Durante el año, la reina
recoge el agua de forma meticulosa: un cazo de porcelana pende de un alambre moldeado
al gusto, éste le introduce en el aljibe recogiendo una pequeña cantidad de
agua, vertiéndola en recipientes que más tarde deposita en los almacenes de
palacio, acarreando diez litros en cada
paseo. Una tarea lenta, sin prisas.
Pero comprendo tu
precipitación, no sé por qué a las mujeres se nos ocurre correr de vez en
cuando, sin mirar atrás, deprisa, deprisa. Yo ahora también tengo cierta
premura. Antes del viaje, necesito
nombrar caballero a tu pianista, para que su rango se emparente con el tuyo y
pueda formar parte de esta familia de pacotilla. Así pues, deseo que vengas con
él acompañada y celebraremos una fiesta de nombramiento.
Encargado
del mismo fue el Bufón del Reino. Vistió al músico de blanco y en la pierna
izquierda el Bufón selló con un dibujo su cargo, un piano diminuto y un solo
nombre “El Teclas”. Con esta vestimenta recorrió durante varios días y varias
noches los lugares cercanos a palacio. Bebió, bailó y resistió con gran
distinción todas las bromas. Al terminar estos festejos, nombrado “El caballero
Teclas” fue invitado a tocar a palacio.
Para
despedir a la princesa, la reina organizó un concierto. El festejo se
desarrolló en el teatro del palacio, en un pequeño escenario situado en la planta
privada de la reina. Fueron convidados familiares y amigos. Como Invitada especial asistió su
Hada Madrina, una cantante estrafalaria, que con su voz siempre ha aconsejado a
la princesa tarareándole secretos a su oído.
Vino acompañada de su hija, una bailarina hermosa con un nido en la
cabeza, y de su amante silencioso. Asistieron también, familiares alemanes,
americanos y otros de la corte andaluza y
asturiana. De la corte castellana acudió un guitarrista, gran amigo de
los reyes, que acompañó con su música toda la velada. Fueron agasajados con
dulces, bocatas y bebidas exóticas. Mientras el músico tocaba el piano, otros
cantaban, otros bebían y los más atrevidos subían al escenario a regalar sus voces y sonidos.
La reina no pudo contener
el deseo….Terminó el concierto con la lectura de un cuento dedicado a la
princesa, el Teclas acompañó sus palabras y todos los invitados acabaron
emocionados. Para lavar esas lágrimas las damas
fueron obsequiadas con un tarro de cristal lacrado que contenía “agua de lluvia” para limpiar
sus lágrimas. Un fuerte aplauso arropó al caballero.
¡Feliz
viaje, princesa!
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