Las cucarachas han
vuelto. Han vuelto desde hace tiempo, con la llegada del calor, y siguen
atormentando mis sueños como lo hacían antes. Han vuelto dominantes,
conquistadoras, rebeldes. Pero no he querido contártelo para no manchar de
malos pensamientos las cartas tan dulces que ahora escribimos.
De nada sirven los recuerdos guardados en una caja
para esquivar su presencia. De nada sirve la música porque, como en el cuento
del flautista, se aferran a las notas y bailan al compás, dueñas y señoras de
las habitaciones de mi casa. Las cucas han conquistado el castillo.
Ya no duermo bajo tus mantas, ya no lloro bajo tu
pecho. Ahora corro sin destino para ahuyentar la soledad que me inunda. Esos
bichos negros marchan a gran velocidad, pisando las huellas que dejo. Y yo sólo
busco tus brazos, mamá, porque aquí no me encuentro.
Busco los días de cuentos y juegos, de cactus
floridos, de humildes deseos. Busco el espejo que dibujó tu rostro, las manos
que empujaron mi sueño. Busco la ilusión con la que comencé el camino. Y me
pregunto, perdida, si aún sigo siendo la dueña de mi castillo.
Vaticinaste un reinado difícil, pero quizás no
comprendí del todo tus palabras. Me propusiste soñar, jugar e imaginar; para
aparcar la monotonía que baña cualquier rutina. Me invitaste a correr para ver
cerca lo que ahora siento tan lejos. Me confiaste un trono porque, sabías,
podría dominarlo. Y ahora yo, me asusto y echo a volar.
Quiero tu fuerza, mamá, para poder demostrarlo. Y
derrotar ese manto de dudas que me cubre.
Quiero olvidar los pasos en falso, abalanzarme y
comerme el futuro. Ansío borrar las lágrimas de mi rostro y el sonrojo de
culpabilidad en las mejillas. Quiero ganar la batalla del miedo, asegurarme un
refugio aquí, en mi humilde castillo. Quiero abrazar el spray insecticida y
borrarme de un plumazo cualquier presencia ofensiva.
Quiero seguir escribiendo esos cuentos en los que la
princesa desprende alegría, sueño leer bonitas historias que relaten, sinceras,
mi vida.
Una cucaracha asoma tímida por el fregadero. La náusea que me provoca me envalentona y aparta mis miedos. Me digo una vez más a mi misma que quiero ganar. Aprieto el botón del triturador y, bajo un fuerte chirriar de cuchillas, la hago desaparecer en pequeños cachitos. Quiero seguir demostrándome que todavía mando yo.
Eva
A veces un compañero fiel. Un príncipe, ayuda con su arrullo, a soportar lo insoportable.
ResponderEliminarA soportarte a ti misma.
Yo tuve la suerte de encontrar, y de vivir por muchos años, con la REYNA. Ella me enamora cada día, me enseña a ser mejor, a superar mis miedos ...
¡Qué bonito! Disfrutadlo :-)
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