Reír y llorar al unísono
como cuando leo tus escritos, ¡me emocionan tanto! Quisiera siempre guardar
algún secreto, para que siempre te sorprenda, para que nunca te canses de mis
bromas o fantasías, para que dudes si soy o no soy una madre al uso.
Te llenaré
de besos y caricias, todos aquellos abrazos que no te di por querer ser una
madre de libro y así fue como en tantas ocasiones el tiempo me brindó una hija
secretaria, que ordenaba mis cosas, me las clasificaba y hasta me las reprendía.
Pero veo, princesa que tu también quieres salir de ese libro escrito en el que
educan a los niños-libros.
Bien, mi niña, te besaré tanto que ningún libro
podrá rescatar esa respuesta. Te abrazaré con mis palabras, con mis escritos,
para tenerte siempre cerca, para quererte cómo puedo hacerlo ahora. Te saciaré
con mis cuentos, algunos te
sorprenderán y otros podrán asustarte,
porque también te meteré miedo, para que corras, para que juegues y no te
quedes parada. Salta y corre por mis voces y no dudes que cualquier fantasía, cualquier
sueño puede ser tuyo y yo cautivaré los
tuyos para hacerlos algo míos.
Porque algún día entenderás qué solas se quedan las
madres, que vacías cuando paren, que lloros derrumban sus sueños y qué sonrisas
agrandan sus ilusiones. Prendadas en sus
pechos duermen las princesas hasta que el tiempo arrebata sus pezones. Y tras
una puerta la madre vigila como su hija se amamanta sin su pecho, caen las lágrimas de la madre. Es la primera vez que
la princesa crece sin ser alimentada por su madre, ya no es suya del todo. Un
poquito de leche falsa entra por su garganta y la madre pierde un poquito de su
hija.
Gracias princesa porque ahora tú sueñas un poquito de
mi, hoy el espejo nos confunde. Te dejo que duermas y en el desvelo despierta
con un bello amanecer.
Te
quiere: Tu madre.
Muy bonito el capítulo!
ResponderEliminarEs precioso como la lluvia que te cae en la cara limpiando nuestra máscara de humanos.
ResponderEliminarGracias!
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