miércoles, 13 de noviembre de 2013

La princesa XXXI: Precipitada


Una nueva decisión precipitada. Mientras escribías la última carta, mamá, tu hija ya pensaba en abandonar el castillo. Mientras tu pluma trazaba en el papel mensajes de despedida, yo decidía definitivamente que había que huir. De nuevo, tu  mensaje me llegaba mucho antes de recibirlo.


Así que ya hace días que decidí hacer las maletas. Ahora ya lo sé. Es hora de abandonar esta tierra de lunas llenas y aromas de azahar, de sabores salados que se palpan en el ambiente, de húmedos inviernos que calan en la piel y calurosos veranos que no consiguen saciar mi sed. Es momento de dejar atrás este castillo, morada de tantos sueños, escenario de tantos cuentos. 


Es tiempo de salir de estos muros que me guardan, me protegen pero que ahora se cierran contra mí. Me despido de sus fantasmas, de los insectos que entre ellos habitan, de los muertos que saludan desde el espejo, de las notas que resuenan en los papeles ocultos de esta casa. 

Dejo atrás, sin pena, dulces recuerdos de telas que acunaron mis sueños, las hojas de un guindo que me invitaba a la vida, un sinfín de melodías que pronunciaban mi nombre junto al calor del piano…
Cajas y cajas se amontonan esperando encontrar nuevo destino. Mi príncipe y su carruaje llegaron con sus últimas pertenencias a las que les sumamos otras tantas que aquí acumulábamos. 

Con todos nuestros recuerdos al hombro, te escribo esta última carta desde mi castillo. A partir de ahora se cerrarán las puertas y el eco de las vidas que aquí vivieron será el único sonido que podrá escucharse. Y las próximas cartas que te escriba ya no sabrán a azahar; cargarán los olores de un nuevo lugar en el que habrá que comenzar de nuevo, no sin miedo, a inventar historias. 

Un viaje precipitado, loco, repentino. Lo sé. Pero las dos intuíamos este pronto abandono del palacio. Y las dos sabemos también que nuevos sueños volverán a surgir entre las paredes que me guarden. Porque los sueños se llevan a cuestas y éstos nunca cesan tras un viaje. Al contrario, el trasiego los hace más fuertes, más sólidos, más próximos si cabe. Espero que así sea y que tus palabras acompañen de nuevo mis pasos.

Por cierto, mamá, se me olvidaba: la próxima carta la remitiré desde Nueva York.

Eva

3 comentarios:

  1. Me quedó la duda, ¿de donde escribía la Princesa que siempre había lunas llenas y aroma de azahar, de sabores salados que se palpan en el ambiente, de húmedos inviernos que calan en la piel y calurosos veranos que no consiguen saciar mi sed? ¿Qué lugar era ese?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una ciudad imaginaria, junto al Mediterráneo. No tiene porqué situarse en ningún lugar concreto

      Eliminar
  2. Me da pena que la princesa huya de ese aroma hermoso a mar, espero que tenga suerte y sus sueños la acompañen.

    ResponderEliminar